CARTAS AL ALCALDE
Ahora promocionan libros hasta las gogós de cremas de Instagram
No diremos que es noticia que un famoso publique un libro, sino que es noticia el famoso que no lo publica. Ahora, en España, escriben incluso los escritores, alcalde. Aunque tampoco demasiados. Va en marcha alegre la Feria del Libro, aquí en Madrid, y el ... menú del panorama incluye títulos de muchas 'instagramers', o 'influencers', y un fleco de chavalas de tele, citando revuelto, y deprisa.
Antes escribían mucho los diputados, y raro era el diputado que no se hacía su librito, para el alterne en el Parque del Retiro. Ahora promocionan libros hasta las gogós de cremas de Instagram, con lo que ya hemos oído por ahí que muchas famosas han entrado en la literatura. Falta que la literatura haya entrado en ellas. Como en tantas otras.
Hay algunas gentes de la televisión que tienen buena muñeca para la prosa, pero luego están los titiriteros de plató que perpetran su novela, que encima lo mismo llaman de autoayuda. Pero irán a codearse con Fernando Aramburu, un suponer, en vecindad de caseta, cuando toque la Feria del Libro, que los profesionales malvados han rebautizado 'Fiera del Libro'.
Yo la Feria del Libro la veo cada día más como un cruce de picnic de solecito y botellón sin pasarse. El peatonaje acude a que le regalen un abanico, y a ver si está Belén Esteban. Los autores de vitola suelen acudir más a tomar unas cervezas que a firmar unos ejemplares, entre otras cosas porque los ejemplares suelen firmarlos los llamados 'autores mediáticos', que no son precisamente autores de literatura sino quizá todo lo contrario.
Le venden un selfi al peatonaje, a precio de libro urgente y volandero, y vaya usted a saber si escrito por ellos mismos. La gente no va a comprar un poemario último, sino a sobar un poco, mientras el retrato de móvil, a alguna señora o señorita que sale en la tele. Al Retiro irá mucha peña a pasar el rato, alcalde, como tantos autores, porque firmar, lo que se dice firmar, firman los de siempre, que son los famosos de plató.
No necesariamente cada transeúnte es un lector, pero alguno habrá. Algo es algo. Mucho. La fiesta tiene más verbena que biblioteca, pero hay que ir. Entre el picnic y el tapeo, entre el abanico y el autógrafo.
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