Citas que apunté de "Las primas" de Aurora Venturini
A veces pienso que somos un sueño o pesadilla cumplida día a día que en cualquier momento ya no será, ya no aparecerá en la pantalla del alma para atormentarnos...
Cuando las flores se enojan movilizan los pistilos y arrugan los pétalos que parecen animalitos venenosos y resbalosos cambian de apariencia y no son totalmente vegetales ni animales son duendes o ninfas del mal y no porque lo deseen sino porque les producen asco y rabia ciertos procederes humanos que ya bastante las hacen sufrir cuando las arrancan y llevan a la florería sin percatarse de que de sus pólenes cuando sopla el viento y los pólenes caen en tierra fértil nacerán plantitas como las plantitas que a ellas les dieron gracia y color. En cambio cuando las arrancan muchas veces ni el agua de los floreros les cambian y ellas se avergüenzan del mal olor que despiden especialmente en los velatorios y que junto al del difunto resultan un insulto a la belleza y a la creación...
Si salgo del todo de mis minusvalías iré a vivir sola porque tanta gente cansa y yo veo en profundo tanto como hablo en superficial y lo que veo en profundo no me gusta y desde lejos me dolerá menos o no me importará porque cada minuto me alejo más y más de lo que llaman familia y cada minuto me tengo más en cuenta...
Y las frutas para hacer sangrías parecían pinturas de naturalezas muertas...
Sentía lástima de ella misma y yo me entristecí y le di un beso en la carita ridícula de coloretes corridos y baboseados. Petra me abrazó fuerte y exclamó para qué habremos nacido... y yo le contesté que nacimos porque a la pareja le vino ganas y no usó preservativos y ella me dijo que siempre los usaría para no traer hijos degenerados a este mundo también degenerado y amargo y abrazadas lloramos un océano de lágrimas como nunca lo hubiéramos pensado yo en cuclillas porque de otra manera nunca podría haberse concretado el único abrazo y lagrimeo que apretó y humedeció el crecido crepúsculo y nos hizo bien a las dos...
Pinté las sombras que no pude evitar porque llevo dentro de mí tantas sombras que cuando me agobian (ídem) las expulso encima de mis pinturas...
Voy a contar algo que me ocurrió hace bastante cuando buscaba huevos entre los pastos del campito y que nunca pude olvidar y es la única crueldad que he cometido. En el tronco rugoso de un árbol estaba adherido un capullo y como faltaba mucho para el verano y esa tarde hacía frío, traviesamente y abocinando el aliento de mi boca entre las dos manos calenté el lugar donde estaba pegado el capullo y noté que al rato se abrió y salió un gusanito rosado como un bebé y yo dejé de alentar y el gusanito cayó muerto de frío, engañado por mi maldad y de otra manera hubiera sido al llegar el verdadero tiempo caluroso una mariposita y comprendí que cometí un crimen contra la naturaleza y lloré de noche muchas noches...
Nos atacó una semana lluviosa otoñal que aumentaba la carga de recuerdos...
Después me la lavé. Y Cacho venía los viernes a las siete de la tarde a posar. Venía con un traje blanco y camisa rosa sobre la que caía la corbata blanca. También los zapatos eran blancos. Yo estilizaría el conjunto, su cara de italiano oscura sus manos de trabajo gordas y esa postura que adoptan para, ellos creen la eternidad, aquellos que nacieron pobres y se enriquecieron sin llegar a un nivel social por ellos soñado...
Los esfuerzos no significaban insignificancias sino horas sin dormir aferrada a libros no sólo de literatura y plástica, también de ciencia anatómica y conversaciones como quien no quiere la cosa con experimentados en sujetos anormales y así la vida mía transcurría y cada clase o encuentro con alumnos y profesores representaba un gran esfuerzo y un temor y después un suspiro de alivio porque ninguno supo mis padecimientos acaso superados por la calidad de mis cuadros que año tras año valían más y eran comentados en primeras planas junto a otros valiosísimos. Pero el temor a la caída nunca me abandonó porque yo era descendiente de una gens degenerada y maltrecha. Cacho se dio cuenta de mi fatiga y yo le dije que venía de dictar clase pero que fuéramos al bar a tomar algo fresco que yo invitaba y Cacho o Carmelo gritó que no faltaba más y que él invitaba y salimos. Un emparedado de jamón y un espumante y Carmelo pidió cognac y antes que le calentaran la copa me di cuenta de que trataba de mostrar su calidad de gente. Y me preguntó si no me gustaba el cognac y respondí que nunca bebía alcohol. Enseguida volvimos a mi departamento donde ya estaba Petra preparando la cena. Carmelo ponía en su rostro recién afeitado, de bigote recortado, expresión bizarra que casi me causó risa pero aguanté. Pinté bastante. Cuanto antes terminara el retrato mejor porque las clases exigían horas de preparación de modo que retraté a CarmeloCacho tal como era aunque con mayor finura de rasgos y expresión. Le prometí el retrato para la semana siguiente y lo cubrí con un lienzo. Pero el tímido modelo no solicitó verlo...