Recordando lecturas: M. Mendoza, D. Lodge, Borges, J. Cercas y C. Bukowski

"Demasiados intelectuales", de Bukowski. Es un extracto de "Escritos de un viejo indecente":

He visto últimamente demasiados intelectuales. Estoy harto ya de esos genios insignes que tienen que soltar diamantes cada vez que abren la boca. Estoy harto de luchar por cada espacio de aire libre para la mente. Por eso estuve apartado de todos tanto tiempo, y ahora, al volver a ver a la gente, descubro que debo volver a mi cueva, hay otras cosas además de la mente: hay insectos, y palmeras y pimenteros de mesa, y yo tendré un pimentero de mesa en mi cueva, para reírme

"La velocidad de la luz", de Javier Cercas:

(...) "Pero hablar mucho de uno mismo es la mejor manera de ocultarse". A Rodney tampoco parecía interesarle demasiado lo que yo estaba contando o me proponía contar en mi libro; lo que sí le interesaba era lo que no iba a contar. "En una novela lo que no se cuenta siempre es más relevante que lo que se cuenta", me dijo otra vez. "Quiero decir que los silencios son más elocuentes que las palabras, y que todo el arte del narrador consiste en saber callarse a tiempo: por eso en el fondo la mejor manera de contar una historia es no contarla"

"Las cosas", de Borges:

En Granada, camino de la Fuente del Avellano, hay poemas en piedras. Uno de ellos es este de Borges. Las cosas:

El bastón, las monedas, el llavero,
La dócil cerradura, las tardías
Notas que no leerán los pocos días
Que me quedan, los naipes y el tablero,
Un libro y en sus páginas la ajada
Violeta, monumento de una tarde
Sin duda inolvidable y ya olvidada,
El rojo espejo occidental en que arde
Una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
Limas, umbrales, atlas, copas, clavos,
Nos sirven como tácitos esclavos,
Ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
No sabrán nunca que nos hemos ido

"Pensamientos secretos", de David Lodge:

David lodge era profesor de literatura inglesa en la Universidad de Birmingham hasta que lo dejó para escribir a tiempo completo.

El lector debe captar y memorizar esos hechos con el fin de seguir la historia, pero los expulsa en cuanto ha terminado el libro para dejar espacio a otra historia. No mucho tiempo después, solo queda en la memoria del lector un par de nombres, unas pocas impresiones vagas de personas, un recuerdo indistinto de la trama y una sensación general de que se ha entretenido o no, según los casos. Asusta pensar en las muchas novelas que he debido de leer en mi vida, y en lo poco que he retenido de la sustancia de la mayoría de ellas

Buda blues, de Mario Mendoza:

Este libro lo leí también de la biblioteca pública de Granada. Me lo llevé a casa pensando que era uno de Eduardo Mendoza que no conocía. Y ya después vi que era Mario Mendoza, no Eduardo. Tras leer este, también leí de Mario Medoza "Satanás" y "Los hombres invisibles".

En un mundo tibio y mediocre, pacato, cobarde e hipócrita, donde la gigantesca mayoría cede, negocia y hace concesiones, de repente tropezarse con un radical es una lección de entereza, de convicción profunda, de severidad física y espiritual. Aunque no estemos de acuerdo con ellos, aunque estén equivocados, sus excesos nos recuerdan un principio fundamental: que la vida solo merece ese nombre en los extremos. Quienes se mueven en el centro tienen derecho a crecer, a reproducirse y a morir, pero solo aquellos que caminan por bordes peligrosos y eligen los límites como sus territorios cotidianos, solo ellos sienten el verdadero estremecimiento de estar vivos

Publicado el 21 diciembre de 2023 por Pedro Lázaro Rodríguez; con licencia Creative Commons CC BY-NC-SA 4.0 y en la categoría "Lecturas"

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