"Amor y pedagogía", de Miguel de Unamuno

Este libro lo leí hace tiempo por recomendación de mi hermano; quizá en 2012, cuando aún los dos estudiábamos magisterio musical. Recuerdo que él me pasó este extracto que pongo a continuación; y siempre me ha parecido que tiene mucha potencia:

Te decía, hijo mío, que no frecuentes mucho el trato con los sensatos, pues quien nunca suelte un desatino, puedes jurarlo, es tonto de remate. Una jeringuilla especial para inocular en los sesos todos un suero de cuatro paradojas, tres embolismos y una utopía y estábamos salvados. Huye de la salud gañanesca. No creas en lo que llaman los viejos experiencia, que no por rezar cien padrenuestros al día le sabe una vieja beata mejor que quien no le reza hace años. Es más, solo nos fijamos en el camino en que hay tropiezos. Y de la otra experiencia, de la que hablan los libros, tampoco te fíes en exceso. ¡Hechos! ¡hechos! ¡hechos! te dirán. ¿Y qué hay que no lo sea? ¿qué no es hecho? ¿qué no se ha hecho de un modo o de otro? Llenaban antes los libros de palabras, de relatos de hechos los atiborran ahora, lo que por ninguna parte veo son ideas. Si yo tuviese la desgracia de tener que apoyar en datos mis doctrinas los inventaría, seguro como estoy de que todo cuanto pueda el hombre imaginarse o ha sucedido o está sucediendo o sucederá algún día. De nada te servirán, además, los hechos, aun reducidos a bolo deglutivo por los libros, sin jugo intelectual que en quimo de ideas los convierta. Huye de los hechólogos que la hechología es el sentido común echado a perder, echado a perder, fíjate bien, echado a perder, porque lo sacan de su terreno propio, de aquel en que da frutos, comunes, pero útiles.

(...)

Extravaga, hijo mío, extravaga cuanto puedas, que más vale eso que vagar a secas. Los memos que llaman extravagante al prójimo ¡cuánto darían por serlo! Que no te clasifiquen; haz como el zorro que con el jopo borra sus huellas; despístales. Sé ilógico a sus ojos hasta que renunciando a clasificarte, se digan: es él, Apolodoro Carrascal. Especie única. Sé tú, tú mismo, único e insustituible. No haya entre tus diversos actos y palabras más que un sólo principio de unidad: tú mismo. Devuelve cualquier sonido que a ti venga, sea el que fuere, reforzándolo y prestándole tu timbre. El timbre será lo tuyo. Que digan: «suena a Apolodoro» como se dice: «suena a flauta» o a caramillo, o a oboe o a fagot. Y en esto aspira a ser órgano, a tener los registros todos.

Fin: post publicado el 12 septiembre de 2023 por Pedro Lázaro Rodríguez; con licencia Creative Commons CC BY-NC-SA 4.0 y sobre el tema (o temas): Bibliotecas, Lecturas

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