"Hombres buenos", de Arturo Pérez Reverte

Leí este libro hace algunos años y recupero hoy algunas líneas que subrayé. Siempre he podido diferenciar al Pérez Reverte escritor del Pérez Reverte más mediático, y he disfrutado con muchas novelas y libros suyos. Aquí algunas líneas de "Hombres buenos":

¿Imagina esta ciudad con un noble o un obispo colgados en cada uno de esos faroles?… ¡Qué espectáculo grandioso!… ¡Qué lección para el mundo!

Me recuerda usted a aquel frío geómetra que, cansado de oír hablar del Quijote, se decidió al fin a leerlo; y al acabar el primer capítulo, comentó: «Pero esto ¿qué demuestra?»

—¿El español?… De ése no me hable. Envuelto en su capa y en sus quimeras, despreciando cuanto ignora, que es casi todo, duerme la siesta bajo la sombra de cualquier árbol, esperando que la Providencia le procure sustento y le saque de apuros

Dejad leer y dejad danzar, pedía Voltaire. Y ahí está el punto de todo: menos misas y más música

El Estado arruina la vida de muchos de los que cultivamos las letras y las ideas, incluidos impresores y libreros; pero no ha podido arrancar la raíz de la libertad. Y eso es precisamente gracias a los libros

El poder sabe que el libro le amenaza, pero también que da riqueza. Por eso busca modos de arreglo

Sólo hay algo a lo que los hombres con cargos públicos, del rey al ministro, dice, temen más que la educación de sus súbditos: la pluma de los buenos escritores

Hay una frase típica española que me quema la sangre, muy usada en materia de colegios y enseñanza: «Es muy humilde el niño», dicen. Argumentado como elogio, naturalmente… Lo que, traducido, viene a significar: «Ya ha contraído, gracias a Dios, la enfermedad tan española de la sumisión, la hipocresía y el silencio»

—Puedo estar de acuerdo —responde don Hermógenes con mucha mesura—, aunque sólo en parte y con matices. Hoy dijo Bringas algo en lo que convengo: no son los tiranos los que hacen a los esclavos, sino éstos quienes hacen a los tiranos. —Con un agravante, querido amigo… En los tiempos de oscuridad, la ignorancia del hombre era disculpable. En un siglo ilustrado como éste, resulta imperdonable

En realidad estoy menos orgulloso de lo que soy que de lo que he conseguido no ser

—Una biblioteca no es algo por leer, sino una compañía —dijo, tras dar unos pasos más—. Un remedio y un consuelo

Una biblioteca es un lugar donde hallar lo conveniente en el momento oportuno

La certeza de los peligros que supone juzgar el pasado con los códigos éticos del presente me obligó, antes de sentarme a resolver diálogos y situaciones, a penetrar la psicología real de los duelistas y el mundo de la época

Publicado el 1 julio de 2023 por Pedro Lázaro Rodríguez; con licencia Creative Commons CC BY-NC-SA 4.0 y en la categoría "Bibliotecas, Lecturas"

Volver al top de la página