Sobre el texto "Querido alumno universitario de grado: Te estamos engañando" de Daniel Arias Aranda

Hace unas semanas me mandaron este texto de Daniel Arias Aranda titulado "Querido alumno universitario de grado: Te estamos engañando":

Dice frases como estas:

Soy consciente que para vosotros, soy sólo un estímulo más que compite con las redes sociales y el vasto imperio de internet. Evidentemente, soy más aburrido que un vídeo de influencers de Tiktok

El nivel de los trabajos y presentaciones de los alumnos no pasaría, en su mayoría, los estándares del teatrillo de Navidad de primaria

No sabes estar. Sí, estar. Balbuceas, te encorvas, no fijas la mirada, llevas una o las dos manos en los bolsillos, vienes a una exposición en chándal o con leggins… No te dignas a respetar la institución milenaria que te acoge y que se llama universidad

Caso aparte merecen los alumnos que no hablan español y no comprendo que hacen ocupando un asiento, especialmente aquellos provenientes del país creador de Tiktok

Lo que está claro es que si tú, estudiante, no tienes interés, yo no puedo plantarlo en ti

Hay estudiantes con vocación e interés eclipsados por la mediocridad imperante. Centrémonos en ellos. La universidad es para formar a las élites intelectuales

Cada día me llegan más críticas y comentarios negativos por parte de profesores/as sobre los/as estudiantes. No todos son negativos, pero me sorprende lo común que es. Es algo que no me gusta y algo que yo no experimento en la realidad de mi docencia y las clases.

En mis clases no exijo ni puntúo asistencia, pero la gente viene y la asistencia es alta. Sí que dejo algo de puntuación para la participación, pero participar puede hacerse en clases, y también en correos electrónicos y tutorías y más allá. Muchas veces una duda que comparte alguien por correo sirve para trasladar el tema a las clases y que todo el mundo se nutra de ello.

Por otro lado, en mis asignaturas siempre trabajamos con ordenadores y sé que la gente a ratos se va a sus redes o a Internet. Suelo pedir que no cierren sus ventanas si empiezo a caminar por la clase. No me importa que en un momento dado estén a otra cosa. Las clases son de dos horas y para la primera persona que son largas, es para mí. Yo las pondría de una hora.

En cuanto a las redes, me gusta proponer la creación de un hashtag o más sobre la asignatura, y promuevo ir publicando en Twitter o donde sea sobre los temas. En esto soy muy comprensivo: yo utilizo el Fediverso, pero las encuestas que hago los primeros días de clases me dicen que la gente de hoy usa más Whatsapp e Instagram, en menor medida Twitter, y apenas hay quien usa Facebook. Mi ideal sería incluso mencionar junto a esos hashtags a gente que explicamos, para que puedan incluso responder a los mensajes. Si estamos dando los bibliomakers, por qué no escribir un toot, tweet o lo que sea, mencionando una obra o artículo de Julio Alonso-Arévalo, llegando a interaccionar con él desde la clase...

En cualquier caso, en octubre hubo un seminario en mi facultad con 3 días de ponencias. Pude comprobar que gran parte de la audiencia, gente quizá más mayor por edad, la mayoría personal docente e investigador, hacíamos lo mismo que la gente en las clases: sacamos los móviles y ordenadores, tablets, etc., y estábamos en Internet mientras escuchábamos las ponencias.

Como profesor de universidad (y teniendo la Diplomatura de Magisterio: Maestro en Educación Musical), no me siento representado por lo que dice Daniel Arias-Aranda. Me siento, más bien, en un extremo contrario. Más que una crítica a alguno de sus puntos, solo quisiera añadir algo de mi pedagogía personal que suelo comentar los primeros días de clases con un ejemplo de una ruta por la montaña.

Suelo explicar que yo sé mucho de la asignatura, y que el acto educativo (de enseñanza-aprendizaje) lo veo más como una ruta por la montaña: es como si un domingo quedásemos a hacer una ruta que yo me sé: yo ya he estado y llegado al lugar donde tenemos que llegar, y por eso puedo asistir a quien precise, ir como de guía de montaña, etc. También les digo que lo de saber mucho, se limita en mí al ámbito de la asignatura. De su vida, de su contexto, de su realidad, (no) sé nada y tengo todo por aprender. Esto lo subrayo y así me sitúo en una posición respecto a ellos/as como la que se da en la asignatura de ellos/as hacia mí.

Además, añado, creo que es esencial que esa ruta empiece en el mismo sitio. Considero que una persona docente ha de ponerse a la altura de la clase. No quiere decir que la clase esté por debajo o en mi caso el docente por encima; eso no es lo importante. Lo importante es que no hay ruta posible si el que va de guía de montaña va a empezar su ruta en un sitio y la clase en otro; no hay ruta posible si el punto de encuentro no es el mismo para todas las personas: nada saldrá bien si la persona docente va al párking del centro del pueblo de Manzanares el Real en La Pedriza, y el grupo resulta que ha ido al párking de Cantocochino (son dos párkings algo alejados, tampoco mucho en coche y a unos 45 minutos a pié, de La Pedriza, en Manzanares el Real, Madrid, y sitio para buenas rutas de montaña). Yo, por eso, hago el esfuerzo de ponerme a la altura de la clase desde el primer día. Si no, nada sale o saldrá bien.

En mis asignaturas siempre propongo que la gente escriba un diario o semanario de aspectos que vemos. Hay un punto para cada tema que se llama: "Crítica y Reflexión", y de las actividades que propongo (prefiero clases mucho más prácticas porque creo que se aprende más haciendo), planteo que las respondan según dos grandes puntos: "Lo que es" y "Lo que aporto". Es en estos contenidos cuando pueden explayarse y contar lo que quieran. Suelo decir que a veces es bueno irse por las ramas (yo lo hago), porque a veces nos cuesta identificar un árbol solo con ver la raíz. Y eso les da vía libre para reflexionar sobre contenidos de la asignatura alejándose de esos contenidos.

Por último, el enfoque de la evaluación que aplico en las clases incluye ideas que leí a María Acaso y sus microrevoluciones: la clase puede aprender de mí; yo puedo aprender de la clase; y la clase puede aprender de la clase (compañeros/as de compañeros/as). Esto es algo que valoro en las evaluaciones.

No sé si la idea de la ruta por la montaña tiene mucho que ver con el texto de Daniel Arias-Aranda "Querido alumno universitario de grado: Te estamos engañando", pero sentí la necesidad de escribir algo como reacción a sus líneas. Mi proyecto o filosofía de la pedagogía incluye otros aspectos que también me gusta explicar los primeros días de clase. No sé si es algo que yo he desarrollado y otros/as profesores/as no. El caso es que mi formación en Filosofía, Magisterio y Biblioteconomía y Documentación, lo ha facilitado. De momento, estoy contento con los resultados, pues cada año y para cada asignatura las personas estudiantes me evalúan la calidad docente. Los resultados son buenos para mí, y lo que más me gusta es el campo de comentario en texto libre, donde añaden con sus palabras algún comentario también bueno sobre la metodología que empleo, sobre cómo llevo las clases, y cómo las aprovechan.

Publicado el 30 enero de 2023 por Pedro Lázaro Rodríguez; con licencia Creative Commons CC BY-NC-SA 4.0 y en la categoría "Otros"

Volver al top de la página